Gracias a esto, admitió alrededor de 94 estudiantes (incluyendo las maestrías presenciales y virtuales) y más de 100 postulantes, que conocen de la experiencia y calidad del CATIE y que desean ser parte de esta prestigiosa institución, fueron ingresados a la base de datos de admisión: 80 de maestrías presenciales, 28 de intercambio y cuatro de estadías del programa exclusivo para personas graduadas.
Asimismo, la oferta educativa del CATIE es conocida a través de sus graduados quienes, en la actualidad desde sus distintas posiciones en la academia, centros de investigación y entidades públicas y privadas, contribuyen al posicionamiento del CATIE como institución líder en educación de posgrado. Cabe resaltar, que en 2019 se puso a disposición la consulta y verificación de manera actualizada y transparente de la información de cada graduado desde cualquier parte del mundo de forma digital.
La Escuela de Posgrado, consciente de la situación socioeconómica de la mayoría de los estudiantes candidatos a las maestrías y doctorados, ofrece iniciativas de ayuda financiera y gestiona ante terceros los recursos económicos necesarios para que lo financiero no sea una limitante para los candidatos. Por esta razón, las alianzas estratégicas también fueron clave en 2019 para facilitar los procesos de gestión de becas para postulantes y otras iniciativas, logrando la firma de siete convenios con instituciones dedicadas a la promoción y el financiamiento de la educación superior.
Particularmente, el 2019 fue especial por los constantes cambios en los gobiernos del hemisferio y por sus crisis socioeconómicas, afectando directamente la eficiencia en la gestión de los recursos financieros. De esta manera, países como México, Colombia, El Salvador, Costa Rica y Panamá, que han aportado históricos recursos al Programa de Becas, están limitando sus decisiones y redujeron sus disponibilidades de financiamiento a la educación. Estos cambios están orientando a la Escuela de Posgrado al planteamiento de una estrategia para el acercamiento a potenciales financiadores, diferentes a los tradicionales, que incluya a la empresa privada y el establecimiento de programas “canasta”, en donde diferentes fuentes aporten a un fondo común que permita posteriormente redistribuir recursos.